Exposición Sala de Arte "Carlos Federico Sáez" "La Noche Oscura" Ministerio de Transporte y Obras Públicas"



Texto curaturial

"Nuestro lecho florido,
De cuevas de leones enlazado,
En púrpura tendido
De paz edifficado
De mil escudos de oro coronado."

San Juan de la Cruz escribió abundante y exquisita poesía de inspiración mística, pero de factura marcadamente sensual y fogosa. La lectura inadvertida de sus versos podría inducir a equívoco en aras de expresiones transidas de pasión religiosa, de muelles o agrestes paisajes espirituales, de ardorosas e insatisfechas soledades.

Quizá el ambiguo pathos artístico de este poeta renacentista español sea la cualidad que le vincula a la poética de Elsa Trolio, quien con frecuencia le ha incluido en sus propuestas pictóricas a través de textos en su doble función de forma y contenido. Una eventual intención de trascendencia cultual se formula en el contexto de desbordes profusos de barroquismo en gesto, color y textura. Por añadidura, sus necesidades expresivas parecen estar siempre insatisfechas en relación a las superficies empleadas como soporte. Su discurso emana energía transmutada en materia pictórica aplicada a sucesivos monumentales lienzos, nunca suficientes a su obsesión. Un decir ávido de hipérboles, de pasiones contrastadas en luces y sombras, en las que se debaten formas más o menos discernibles, pero con frecuencia referentes a la iconografía cristiana.

"¡O lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cabernas del sentido
que estava obscuro y ciego
con estraños primores
calor y luz dan junto a su querido!"

Tal vez relatos o tal vez descripciones de magnos aconteceres, violencias primigenias, sublimes iluminaciones como teogonías de un universo personal. Si estas pinturas monumentales (o deseosas de serlo) se comportan como dramáticas vorágines, hay formas cuyo protagonismo Trolio destaca por su ubicación central y erguida o por planteo simétrico, pero siempre cobrando relevancia por el manejo de una luz barroca, que parece surgir en forma irreal del fondo mismo de las composiciones. Otros personajes o elementos, reducidos a su síntesis significante, no aspiran a un rápido reconocimiento, sino que se incorporan discretos a las ráfagas formales que agitan a estas pinturas. Violencia en el color, que parece sentir predilección por el rojo encendido en llamas, el azul cobalto o el amarillo con frecuencia devenido oro, iluminando zonas con el espíritu de lo sagrado, por asimilación a los mosaicos o las miniaturas medievales. Violencia en el uso de esgrafiados que lastiman la piel del cuadro, generando itinerarios de lectura y movimientos internos que demarcan espacios relevantes. Violencia en las erizadas líneas de tensión que irradian del corazón del personaje o forma central hacia los lados y ángulos de la tela.

La doble cruz, diríase de Lorena, se reitera tanto como los dos seres planteados en pareja, tal vez envueltos en sudarios, tal vez suerte de pupas, integrados a los ritmos envolventes generados en espirales de bordes afilados y extremos difuminados, como vertiginosos giros que agitasen a los íconos. La figura protagónica, con frecuencia confrontada a uno o más personajes, se describe en colores oscuros, como un ser inquietante actuando sobre un escenario iluminado de revelación sobrenatural, en tanto el entorno se pierde en sombras. Anunciaciones o premoniciones amenazantes.

La pintura de Elsa Trolio es imponente, dinámica, drásticamente colorida y violentamente contrastada en valores. Fuerte expresión de sentimientos apasionados, angustia formulada a viva voz y refugiada en el universo religioso o en la búsqueda de trascendencia mediante revisión de la vivencia afectiva. Sus composiciones son simples y equilibradas, establecidas ordenadamente dentro del perpetuum mobile que dinamiza el plano. A pesar de la inclusión de textos o de íconos cristianos, la obra de Elsa Trolio dista de tener una convencional unción religiosa. Su espíritu emerge en términos tectónicos, como mágicos relatos sincréticos, apasionados, irreverentes en su inocencia. Pero esa inocencia tiene en la intuición, ya que no en la razón, su fuente de revelación surgida de "las profundas cabernas del sentido, que estava obscuro y ciego" y se ilumina con resplandores ígneos de esencia dramática, no trágica. Conmocionado espíritu, búsqueda religiosa o afectiva, la obra de Trolio no es desesperada, aunque tampoco apacible: sólo agitada por la intensa emoción que presiente la luz anunciándose en la noche oscura.

MARIA E. YUGUERO











































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